¿Cómo será el trabajo del futuro en América Latina? ¿Será el fin del trabajo tal como lo conocemos? ¿Exportará el subcontinente aún menos productos industriales y más materias primas? ¿Aumentarán los niveles de informalidad? ¿Crecerá el número de personas afectadas por modalidades de empleo precarias? ¿O, por el contrario, se establecerán nuevos sectores que generen empleo de calidad para un número importante de trabajadores y trabajadoras que todavía no saben si podrán beneficiarse de los dividendos tecnológicos? Estamos atravesando un momento de cambios tecnológicos, de modos de producción y de trabajo. Sin duda este proceso implica la destrucción, la creación y la mutación de puestos de trabajo. Las imágenes y los relatos utilizados para hablar de un futuro de robots, drones e inteligencia artificial invitan a imaginar un mundo de ciencia ficción. Se trata de utopías o distopías –según los puntos de vista– en las que el trabajo ya no es un dominio humano. De este modo, se va imponiendo un cierto sentido común basado en la convicción de que los robots van a reemplazar más temprano que tarde a los seres humanos, y que aterrizaremos así en un nuevo mundo poslaboral. Sin embargo, no parece tan cierto que el saldo de estas mutaciones en el mundo del trabajo vaya a ser tan inapelablemente negativo. Algunos estudios recientes en Alemania sugieren que el empleo está aumentando con la utilización de la nueva tecnología. La tecnología, los sensores, la interconexión y las mayores velocidades de procesamiento de datos permiten un inédito control sobre los procesos de trabajo y las personas que los ejecutan. Esto conlleva la posibilidad de una mayor exigencia de eficiencia y de un aumento de la intensidad del trabajo. La sustitución de tareas rutinarias por procesos automatizados puede disminuir el tedio de algunas ocupaciones, pero en otros casos puede disminuir o eliminar los momentos de descanso, lo que aumentaría la carga y el estrés asociado al trabajo. Es importante tener en cuenta que el cambio tecnológico no afecta solo a la industria avanzada y la economía de plataformas; no es únicamente cuestión de drones y de robots. La «industria 4.0» es apenas una parte del fenómeno, al igual que las plataformas. Son una nueva forma empresarial que ha venido expandiéndose, pero que no va a constituir la mayoría de los empleos.

La creciente importancia de las competencias no técnicas

El discernimiento, la curiosidad y la capacidad de comprender situaciones complejas o de efectuar una aportación creativa son algunas de las aptitudes que las máquinas no pueden reproducir o reemplazar. Estas «competencias no técnicas» se están convirtiendo rápidamente en elementos clave para las empresas, que las buscan cada vez más en sus empleados.

Las destrezas humanas son y seguirán siendo irremplazables

La tecnología complementará, racionalizará y redefinirá los puestos de trabajo existentes en lugar de limitarse a sustituirlos. Pasarán a la historia las jornadas de largas horas empleadas en la gestión de hojas de cálculo, el proceso de datos. Estas tareas se racionalizarán mediante el uso de máquinas, lo que permitirá a los trabajadores dedicar más tiempo a tareas complejas que precisen de un toque humano. Además de trabajar con tecnologías avanzadas, los empleados de menor rango participarán más en la planificación, la elaboración de informes y la realización de trabajos analíticos y, como resultado de ello, cambiará el conjunto de competencias que se les exijan.

  • En la actualidad el trabajo tiene un papel fundamental para el desarrollo y la supervivencia de los seres humanos y sin el trabajo no se obtienen los recursos necesarios para poder tener una calidad de vida positiva en la sociedad. Recientemente se está experimentando una evolución en el mercado laboral tanto en el tipo de puestos de trabajo que ofrecen las empresas como en la adquisición y desarrollo del talento de los empleados. Se trata de la denominada cuarta revolución industrial, en la cual el futuro del trabajo es muy diferente a lo que se puede ver actualmente. Esto se debe a una relación cada vez más estrecha entre el empleo y la tecnología, entre lo físico y lo digital (“figital”), donde la automatización reduce la mano de obra en muchos sectores, permitiendo ubicar a las personas en el centro de la estrategia. El trabajo del futuro se basará en ciertos aspectos fundamentales, entre los que destacan los ecosistemas digitales, una nueva gestión del talento que es cada vez más multidisciplinario y los nuevos modelos operativos que combinan ambos factores. Esta nueva mentalidad finalmente se traduce en un resultado de aumento en la productividad, la eficiencia y la creatividad. Todo comienza, tal y como se está presenciando en la actualidad, por un desbloqueo de las tareas rutinarias que se han estado desarrollando hasta ahora por los empleados. Esto ya se puede ver en algunas compañías que subcontratan este tipo de actividades a otras pequeñas empresas, como pueden ser los procesos comerciales y las diferentes partes de la cadena de valor. Con la integración de las nuevas tecnologías como la robótica y la inteligencia artificial, se permite a las personas altamente capaces abandonar esas tareas repetitivas y dedicar su esfuerzo y tiempo a otras más creativas y estratégicas, que aportarán mayor valor y ventaja competitiva a las empresas. Es así como los modelos de carreras tradicionales están pasando a formar parte del pasado, y es que tan solo el 19% de las empresas los desarrollan en la actualidad.

Fuentes:

-ruso.org

www.michaelpage.es

– www.aecoc.es